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.....El jamàs se opuso a la relaciòn de mis padres. Todo lo contrario, recuerdo vagamente verlo llegar de visita, imagino que a verme y tambièn cuando naciò mi hermano. Lo mismo cuando la enfermedad de mi madre. Pareciera que es mas usual que esto de las oposiciones sea cosa de las mamàs, por aquèllo de que jamàs nos parece suficientemente buena o adecuada la persona que eligen nuestros hijos..deseamos una princesa o un prìncipe...y aùn asi, habrà que ver...ademàs de que èl lo viviò en carne propia y no tenìa buenos recuerdos de esas actitudes... Pero, como nadie escarmienta en cabeza ajena, esa historia ha vuelto a repetirse en nuestra familia.
A mi siempre me han dicho que soy una perfeccionista, demasiado detallista, especialmente con mi arreglo personal, y si, lo fuì mucho tiempo. Iba a mi trabajo como quien va a una fiesta - con lo adecuado, por supuesto -pero siempre bien vestida. Por años creì que eso se lo debìa a mi madre, pues tanto por las personas que la conocieron, como por las pocas fotos que hay de èlla, esa es la imagen que tengo . Pero, ¿les digo algo?, tambièn mi abuelo tenìa lo suyo... Cuenta la historia que en este ir y venir de Cuba, mientras mi abuela estaba encerrada criando chiquillos, èl regresaba de sus viajes con sombrero de pajilla y guantes blancos...nada mas me puedo imaginar como lo criticarìan...
Debo decir que fuè un hombre con una relativa preparaciòn para su època, tomando en cuenta que era aldeano y que de su nacimiento hace aproximadamente 120 años, sabìa leer y escribir, tenìa bonita letra y sin faltas de ortografìa....
Muy trabajador, siempre en el campo, tanto en Cuba como en Canarias, cuidadoso de sus plantas frutales, de su viña, para la cual tenìa ¨¨mano santa¨¨, hasta un enorme àrbol de almendro..ahì estaba èl precisamente, al fondo de la finca, preparàndose porque ya tocaba tirar abajo las almendras, cuando una de esas ¨¨brujas¨¨que trabajaban en la casa y que mi abuelo decìa que se robaban la carne salada de puerco que èl guardaba en uno de esos toneles donde era costumbre hacerlo, y que debìa durar de una ``matazòn`` a otra, adonde lleguè yo corriendo y gritando como loca..porque el ùnico gatito, blanco por cierto, que me habìa gustado de la ùltima camada de la gata...ese precisamente, se lo acababan de llevar ``esas mujeres``. No puedo olvidar ver a mi salvador, que era alto, pero yo lo veìa gigante, corriendo delante de mi, para ver si podìa alcanzarlas. En algùn momento o me le adelantè, o gritaba mas fuerte...y ¿que creen? que mi papà, que ya regresaba de su trabajo, justo estaba conversando con èllas cuando escuchò mis gritos y viò los manotazos de mi abuelo...y claro! les quitò el gato de las manos...y ellas lo sabìan, sabìan que ese era el que yo querìa...¿como le pudieron hacer eso a una niña tan maravillosa?....no lo entiendo...
Bien, si àlguien me pregunta si despuès de ese dìa me ocupè del dichoso gato, o si puedo recordar que pasò con èl, NO, para nada, pero el hecho; la forma como me defendieron, eso jamàs lo he olvidado. Ademàs, la cosa no parò ahì. Al siguiente dìa, mi abuelo -yo escuchaba escondida - les reclamò: que si la niña que habìa estado tan enfermita...que sin su mamà, etc. etc....y yò...¡QUE BUENO!....
En el Brezal, en la casa de mi abuelo, vivimos poco mas de un año, luego sucediò lo del 2do. matrimonio de mi padre...para lo cual le di permiso, pues èl me sentò en sus rodillas y me dijo : -¡Dios mìo! yo tenìa, creo, menos de 8 años - ...me dijo: Hija, tu sabes que estamos muy sòlos, que tanto tu abuelo como yo tenemos que trabajar y Uds. no estàn bien cuidados, necesitan una mamà...asi que yo he pensado VOLVERME A CASAR, pero quiero que tù estès de acuerdo...Recuerdo, como si fuera hoy, como me diò un vuelco el corazòn, pues pensè que me iba a decir que se casaba con una de aquèllas mujeres que trabajaban en casa - ¡¡yò habìa escuchado ciertos rumores!!!! -Tonto del que crea que los niños no se dan cuenta de nada - y le preguntè de inmediato...pero, ¿con quien?...con Brìgida, me dijo...¡¡Que alegrìa tan grande!!! empecè a gritar, si, si, si.....Esa era una mujer que yo querìa muchìsimo. Una persona que conocìa de toda mi corta vida y que sabìa que ella tambièn me querìa...la mejor amiga de mi madre, àlguien que sentìa cercana.
Al poco tiempo se casaron, pero nunca dejè de ir a la casa de mi abuelo, especialmente en las vacaciones, ademàs, allì vivìa mi querida tìa, la ùnica hermana de papà, que a la sazòn tenìa tres hijos y con los cuales me divertìa en grande....Pero esto durò relativamente pocos años, pues cuando tenìa 14, yendo mi abuelo en la noche hacia su bodega a buscar vino para la cena, se encandilò y cayò de un muro, de poca altura relativamente, pero ya tenìa 74 años, quedò inconciente y jamàs despertò. Cuando Don Arturo Mèndez, mèdico de grata recordaciòn, pues estuvo con nosotros absolutamente en todas las enfermedades de niños y grandes- por años y años- le dijo a mi padre que mi abuelo agonizaba, me llevò a verlo. Recuerdo habernos sentado a la orilla de su cama, èl respiraba con gran dificultad; yo le decìa..abuelo..abuelo...pero no me escuchaba, o por lo menos, es lo que comùnmente creemos. De pronto, inhalò fuertemente, como queriendo tomar todo el aire del mundo y, sencillamente, expirò. Con ruido sordo, lanzando hacia afuera de un solo jalòn la ùltima gota de la carga de su cuerpo material y se quedò tranquilo, con las facciones antes tensas en completa serenidad. En ese preciso momento, este hombre que sufriò pèrdidas, soledad, carencias a veces, decepciones otras, dejò atràs todo ese pesado lastre y comenzò su camino de crecimiento espiritual, de evoluciòn, de aprendizaje, de paz perfecta....¡ Hasta que volvamos a encontrarnos abuelo!.